Ayacucho también tiene selva, cuenta con siete comunidades nativas:
tres comunidades asháninkas y cuatro comunidades mashiguengas. El
llamado del Papa Francisco en Puerto Maldonado nos estremeció y nos
cuestionó profundamente. En Ayacucho hemos vivido de espaldas a las
comunidades nativas.
Teniendo muy presente lo que dijo el Papa Francisco; en compañía de
la Sra. Reina Barboza, lideresa asháninka de OARA2
, visitamos las comu-
nidades; comprobamos su abandono; escuchamos sus necesidades y
perspectivas; y decidimos ponernos en camino para colaborar en el for-
talecimiento de sus liderazgos, de su identidad y de sus organizaciones;
para darlas a conocer; para generar sinergias inter-institucionales que
promuevan su atención.
En primer lugar, realizamos un Mapeo de las Comunidades Nativas de
Ayacucho, el mismo que en esta publicación hoy ponemos en tus manos.
Luego hemos articulado esfuerzos con el Gobierno Regional de Ayacu-
cho y con los gobiernos municipales de Huanta y La Mar, formándose
Mesas de Trabajo de atención a las comunidades nativas.
Pretendemos fomentar el diálogo intercultural en el cual los líderes nati-
vos sean los principales interlocutores. Como dice el Papa Francisco: “Su
cosmovisión, su sabiduría, tienen mucho que enseñarnos a quienes no
pertenecemos a su cultura.”
Una de las Preferencias Apostólicas Universales – PAUs, que ha priori-
zado la Compañía de Jesús, es la de “colaborar en el cuidado de la Casa
Común”. Nuestra conversión personal e institucional pasa por fomentar
una ecología integral que nace de nuestra fe en Dios quien ama la vida
de todos, ama lo que ha creado y nos llama al cuidado de la Casa Común
que incluye el cuidado de las personas y de sus culturas.
“Nuestra fe hoy en Jesucristo implica el cuidado de la Casa Común. El
grito de la tierra y el grito de los pobres es un mismo grito.” “La ecología
integral nos hace entender que seres humanos y naturaleza están conec-
tados: todo lo que daña a la tierra, daña a los seres humanos y a todos
los otros seres vivos del planeta”. “Vemos que Dios mismo está conecta-
do por completo con toda su creación”. 3
Es nuestro deseo colaborar en esta reconexión con la naturaleza y espe-
cialmente con las culturas vivas, ancestrales, que durante miles de años han cuidado de ella.
Carmen de los Ríos